El futuro de las redes sociales
El panorama actual de las redes sociales anda revuelto. Incluso podríamos decir que, en este aspecto, estamos ante un auténtico fin de ciclo.
Me cuesta estar seguro de cuál fue la primera red social “mainstream” que utilicé. Si no somos muy estrictos con la definición de qué son las redes sociales, podría decir que la primera fue MSN Messenger. Sé que, hoy día, lo cool es decir que viviste tu adolescencia en los noventa buceando en las BBS y los canales de IRC, pero mi uso de esas cosas fue más bien escasito. Sin embargo, esos Messenger/BBS/IRC no eran más que proto-redes sociales, en mi opinión. En artículos como este sobre redes sociales, señalan a sixdegrees como la primera propiamente dicho, pero ni me suena ese nombre, la verdad.
Más allá de aquella primera etapa de redes sociales "primitivas", podemos estar de acuerdo en que el período entre 2002 (con LinkedIn) y 2006 (con Twitter) fue el que generó las plataformas que han creado nuestro modelo mental actual de "qué es una red social". Otro momento de máxima creatividad se vivió entre los años 2010 y 2011, con el nacimiento de Instagram y SnapChat, sobre todo de este último, ya que la forma que tiene hoy Instagram es fruto, fundamentalmente, de copiar las funcionalidades introducidas por SnapChat (vídeos efímeros, stories).
Un fin de ciclo en las redes sociales
Así que, aquí estamos: después de 20 años de florecimiento de las redes sociales, el panorama actual no es muy halagüeño:
Usuarios y anunciantes se van alejando de Facebook. Los jóvenes casi no saben qué es y muchos usuarios maduros no usan ni un 5% de sus funcionalidades. La desconfianza acerca de su uso de los datos de los usuarios no hace más que crecer desde 2016. Y, para colmo, la atención de la empresa se centra ahora en su proyecto de metaverso: un proyecto de contenido indeterminado, resultado incierto y coste incuestionablemente abultado.
Twitter, tras haber sido comprada por Elon Musk, se encuentra en un proceso de "redefinición" marcado, paradójicamente, por la indefinición. Una red social de primer nivel pero que tiene los menores ingresos por usuario de todo el mercado. Creo que "incierto" no define suficientemente su futuro.
Otras redes como Instagram, Snapchat o TikTok no han hecho, desde su nacimiento, más que alejarse del modelo mental original de red social. Actualmente, son poco más que un feed algorítmico de contenidos de alto impacto y baja implicación. Lo que prima en ellas son las relaciones productor -> consumidor, muy por encima de la interacción social entre iguales.
A lo largo de los últimos años, han ido surgiendo polémicas en torno a conceptos como el uso de los datos personales, la protección de los menores, la manipulación del discurso social, la moderación de contenidos, el fraude publicitario o la protección de los derechos de propiedad intelectual. Ninguna de estas polémicas está ni cerca de estar resuelta. Al contrario, en la mayoría de esos puntos estamos peor que hace unos cuantos años.
Y, todo esto, sin entrar ni siquiera en el ambiente de conversación que impera en la mayor parte de las redes sociales "clásicas". La interacción entre usuarios está plagada de fricciones, lo que merma espontaneidad y, por supuesto, resta engagement.
Todo esto está teniendo y tendrá consecuencias en los resultados empresariales de esas empresas. No sería de extrañar que veamos a más de una de estas echar el cierre (o convertirse en un subproducto de nicho) en pocos años.
El futuro a medio plazo de las redes sociales
Los ejercicios de imaginar cómo va a ser el futuro en un mercado como este son más que arriesgados. Creo que resulta evidente que, de aquí a cinco años, va a haber cambios radicales en la estructura del mercado de las redes sociales. Lo complicado es, obviamente, llegar a saber qué forma van a tener esos cambios.
Si nos guiamos en exclusiva por lo que triunfa ahora mismo, no parece probable que el futuro a medio plazo nos traiga plataformas de auténtica interacción social en forma de red. Seguramente, profundizaremos en la actual tendencia de relaciones con marcada asimetría entre productores y consumidores. También, en la tendencia a promover contenidos de muy fácil consumo y efímero recuerdo.
Sin embargo, justo por lo anterior, me atrevo a apostar por el nacimiento de alguna nueva plataforma (o por un cambio de rumbo de alguna existente) que dé cabida también a los contenidos de formato medio o largo, con granularidad en la gestión de la visibilidad de perfiles y contenidos y, sobre todo, con clara orientación hacia la construcción y el mantenimiento de una red de contactos que interactúa entre sí.
Reconozco que una parte de mi apuesta proviene de mi propio interés personal. Dicho de otra forma: me encantaría que algo así llegase a surgir en breva plazo. Lo echo de menos, la verdad. Sin embargo, no es todo nostalgia: también hay buena parte de análisis de más de un segmento de mercado que, actualmente, se encuentra desubicado.
Los elementos ya existen, solo hay que remezclarlos convenientemente para crear un producto que llene el vacío que está dejando la caída en el olvido de Facebook, la caída en desgracia de Twitter y la deriva hacia el contenido efímero e impersonal de todas las demás. Prueba de que existen son iniciativas como Mastodon, con un espíritu de recuperar algunas de las cosas que hemos perdido pero con una ejecución verdaderamente mala, que aleja a cualquier usuario que no esté firmemente motivado. Además, su naturaleza descentralizada añade incertidumbres mientras que aporta ventajas solo valoradas por sus usuarios más hardcore.
¿Llegaremos a verlo? Ojalá. Como digo, creo que es posible porque hay mercado para ello pero, seguramente, como suele suceder, no veremos exactamente eso, sino algún otro nuevo tipo de red social que triunfará. Mientras, quienes añoran llenar el hueco que está actualmente desatendido, probablemente verán cómo surgen iniciativas que, aunque imperfectas, en forma de funcionalidades nuevas o modificadas en redes existentes.